SELVA, LIBRE PARA AMAR
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La actriz Angie Cepeda
interpretando el papel de "la colombiana" en la película "Pantaleón y las visitadoras"
(Francisco J. Lombardi, 1999, Perú) |
La moral y los prejuicios son lastres
para el avance libre de la pasión. En ocasiones, dichos principios se asumen
como cultura y son beneficiosos para la buena convivencia en comunidad; sin
embargo otras veces, nos cohiben e impiden que alcancemos nuestros anhelos más
naturales como el enamoramiento y el deseo sexual.
Pero a pesar del yugo pesado de los cánones sociales ortodoxos, el instinto bondadoso de amar logra vencer dichas barreras, para después sumir a la persona en un arrepentimiento más o menos profundo. Quizá en vez de cuestionar nuestros instintos, deberíamos valorar la excelencia de las leyes que rigen el comportamiento cívico.
Esta duda existencial le surge al protagonista de la novela "Pantaleón y las visitadoras" (Mario Vargas Llosa, 1973, Perú). Dicho personaje es un militar que sucumbe a los encantos sexuales de una de las prostitutas que él mismo, obligado por sus superiores y en contra de su voluntad, contrató para satisfacer a los efectivos de un destacamento en el Amazonas peruano. Pese a sus firmes doctrinas morales y el gran respeto que profesaba a su esposa, Pantaleón cedió por fin a tener una amante.
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Portada del libro "Pantaleón y las
visitadoras" |
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