LAS HOJAS DE AQUEL OTOÑO AÚN CAMINAN


Los actores Marcello Mastroianni y Lucía Bosé en una escena de la película "París, siempre París" (L. Emmer, 1951, Italia - Francia)
 
FLOR DE OTOÑO


Recuerdo el verano secándose
sobre una tierra gris;
el alto verde se deshace.

Sus gotas destellan
entre las sombras de un cometa
que cruza el nuevo tiempo.

Las riberas son de trigo;
mezclan acuarelas frías los vientos.

Un horizonte fresco
cubre con tomillo
los montes que ahora respiran.

Las aves se posan sobre un espejo de cielo e hilo.

El aroma de esta tarde
es la flor de aquel otoño que aún camina.


Carátula del single "Les feullies mortes" (J. Prévert, J. Kosma, 1945, Francia) del cantante francés Yves Montand




Yves Montand interpretando "Les feuilles mortes" en la película "París, siempre París"


"Les feullies mortes" también conocida como "Autumn Leaves" en su versión anglosajona u "Hojas muertas" en la hispana, fue un clásico de la música ligera francesa de 1945. Su éxito mundial se debió en gran parte también, a que dicha composición se convirtió en un standard del jazz vocal e instrumental.

La letra que escribió el poeta francés Jacques Prévet transmite un mensaje sencillo y cercano, que junto al uso de unas metáforas muy evocadoras, introduce al oyente en los escenarios melancólicos donde se desarrolla la trama de la canción. La partitura de las primeras versiones intercalaba pasajes recitados con otros puramente melódicos; por ello la canción precisaba de un interpretación más teatral, labor que el cantante Yves Montand (primer vocalista que la popularizó) solventó con gran maestría por ser también actor.

Por otro lado, el compositor, Joseph Kosma, que trabajaba habitualmente con J. Prévet, creó una sutil orquestación que deja brillar la voz del solista en primer plano. El fraseo oscilante de la melodía es tan suave y agradable, que el tema puede tocarse en un compás frenético y no perder un ápice de su elegancia. Respecto al estribillo, tiene la magia de dejar suspendida en el tiempo una nota cumbre emocionante, que provoca que las parejas agarradas en la pista de baile se frenen, se miren a los ojos y después suspiren con el retorno del acompañamiento musical. 

En definitiva, es una composición ágil, con una métrica sencilla, una melodía muy atractiva y fácil de adaptar a cualquier tempo, por tanto muy propicia para improvisar sobre ella. Por eso, pronto los músicos de jazz la incluyeron en sus repertorios hasta convertirla en un clásico atemporal del género.


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