Poema RÍO Y CUERPO
RÍO Y CUERPO Miré cómo te marchabas por el río vestido con mantos de plata y misterio. Dejaste en mi soledad desnuda trenzada la seda oscura de tu recuerdo, ya nostalgia de arena. Mas cuando me acostumbré al aire frío de tu desierto, mi frágil ausencia se convirtió en el cuero terso de un futuro celeste. Llegando la tarde me gusta contemplar la crecida del río, ver cómo en su sinfonía de centellas las rocas se ocultan y se destapan con la espuma fresca de una bucólica danza. Pero atrapada en un islote herido, encontré la pareja azul de mi alma tranquila, un azar de menta con tallo y reflejos de ninfa y selva. Le alcancé mi mano para tender un camino de amor desde su cumbre marchita a mi dulce canto. Y así esperamos la noche, juntas en piel y miradas húmedas, dejando atrás las copas pesadas de un horizonte triste. Cuando los primeros rayos de la mañana hinchan como velas de carmín los llanos, me baño y perfumo con el deshielo de los ópalos. Mi cuerpo mojado se confunde con